A lo largo de la historia, el cultivo de plantas, incluida la cannabis, fue en gran parte una práctica transmitida de generación en generación, a menudo centrada en manos de mujeres que utilizaban su conocimiento para la curación y el cuidado de sus comunidades. Sin embargo, con la criminalización de la cannabis y la posterior marginación de su uso, las mujeres fueron apartadas de este rol.
No obstante, en las últimas décadas se ha observado una notable inversión de esta tendencia. A medida que el movimiento por la legalización de la cannabis ganó fuerza, las mujeres comenzaron a reasumir posiciones destacadas en el cultivo y en la industria del cannabis. De hecho, están reescribiendo el papel que históricamente les perteneció, aportando una perspectiva única al sector.
Un ejemplo notable es el de mujeres que, al darse cuenta del potencial medicinal de la cannabis, comenzaron a cultivar sus propias plantas para tratar afecciones de salud, tanto propias como de sus seres queridos. Muchas de estas cultivadoras se convirtieron en expertas autodidactas, dedicándose a comprender la biología de la planta, desde la germinación hasta la cosecha, y utilizando ese conocimiento para crear cepas específicas para diferentes necesidades terapéuticas.
Figuras icónicas como Brownie Mary, que distribuyó comestibles de cannabis a pacientes con SIDA y Mila, conocida como la “Hash Queen”, son pioneras que abrieron caminos para otras mujeres. En Barcelona, Leili, fundadora del Girls Seeds, junto con muchas mujeres latinas y españolas, ha seguido este legado, fortaleciendo la presencia femenina en el cultivo y la cultura cannábica.
Sarahe Batterby, fundadora de Hifi Farms
Además del cultivo en casa, las mujeres también se han destacado como emprendedoras en el mercado del cannabis. Sarahe Batterby, una empresaria visionaria y defensora de la equidad en el mercado del cannabis fundadora de Hifi Farms, y Wanda James, la primera mujer negra en abrir un dispensario en Estados Unidos, son ejemplos de cómo las mujeres están redefiniendo el mercado. No solo aportan innovación en la producción y comercialización, sino que también abordan cuestiones sobre sostenibilidad, responsabilidad social e inclusión, temas que frecuentemente han sido ignorados en una industria tradicionalmente dominada por hombres.
Wanda James, la primera mujer negra en abrir un dispensario en Estados Unidos – Reproducción the NEW your times
El impacto de estas mujeres es profundo. No solo cultivan plantas, sino también comunidades, creando redes de apoyo y educación que ayudan a desestigmatizar el uso de la cannabis y a promover su valor medicinal. La presencia femenina en la industria del cannabis está transformando la cultura asociada a la planta, conduciendo a un enfoque más holístico y consciente del cultivo y uso del cannabis.
Así, el renacimiento del papel de las mujeres en el cultivo de cannabis es un poderoso recordatorio de que, aunque la planta ha sido marginada, su historia y su cultivo son inseparables de las mujeres que, durante generaciones, la han cuidado. Ellas continúan inspirando y liderando, no solo como cultivadoras, sino como visionarias que están moldeando el futuro del cannabis de manera inclusiva e innovadora.